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El impacto del confinamiento en las investigadoras I

 

    La situación de las investigadoras ya mostraba un claro diagnóstico de desigualdad de género, pero la COVID-19 está haciendo emerger nuevas desigualdades tanto en España como a nivel internacional.

    Las investigadoras trabajaron más que los investigadores desde casa, lo que implica asumir las tareas domésticas y de cuidados. La división del trabajo en casa por géneros y la brecha de cuidados, que ya existe, se acentuó durante el confinamiento, tiempo durante el que las mujeres conciliamos siempre y los hombres solo puntualmente. Águeda Gómez Suárez e Iria Vázquez Silva indican en su artículo en The Conversation sobre un estudio de la Universidad de Vigo que el 17% de las mujeres madres de menores afirmaron haber reducido considerablemente el tiempo de trabajo remunerado, frente al 9,8% de los hombres padres de menores.

    La reducción del número de publicaciones firmadas por mujeres durante los meses de confinamiento en comparación con periodos anteriores, es un indicador de que la pandemia ha acarreado más impactos negativos a las investigadoras que a los investigadores.

    Cuando España decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020 y buena parte de la investigación quedó pausada, el laboratorio de Núria Montserrat, investigadora ICREA del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC), fue de los pocos que continuó en marcha. Tras volver a mediados de febrero de un congreso en Nápoles, decidió aparcar sus proyectos y poner a “algunas de las mejores manos del laboratorio” a trabajar ya en covid. Después, al llegar el confinamiento, se encerró en su piso de 70 metros cuadrados de Barcelona con tres hijos pequeños y colideró una investigación internacional para identificar fármacos capaces de bloquear al SARS-CoV-2 utilizando cultivos celulares y minirriñones, réplicas en miniatura de riñones que desarrolla esta investigadora en su laboratorio.

“Fueron semanas de locura absoluta, de compaginar con mi pareja el cuidado de los niños, el cole en casa, el trabajo, las tareas domésticas, durmiendo cuatro horas. Creo que he envejecido cinco años”, relata Montserrat para SINC, que alerta: “Que nadie piense que esto es teletrabajar o un modelo sostenible. He vivido momentos importantes de crisis, e incluso uno de mis colaboradores petó porque no podía más”. Pero esta investigadora, que ha logrado continuar investigando y publicando, es una excepción, pues muchas otras científicas han tenido que renunciar a su trabajo estos meses.

Imagen: La Profesora de investigación ICREA Núria Montserrat y parte de su equipo (imagen del IBEC)

    Al inicio de la pandemia, diversos estudios preliminares comenzaron a señalar un descenso acusado de la productividad científica femenina en comparación con la masculina en todos los ámbitos, y sobre todo en el emergente del coronavirus. Después, los estudios publicados confirmaron que el confinamiento ha ensanchado la brecha de género en ciencia: solo unx de cada tres autorxs que publican artículos relacionados con el SARS-CoV-2 son mujeres.

    Un estudio de la Universidad de Oxford (Reino Unido) basado en una revisión sistemática de PubMed de unos 1.500 artículos sobre covid y sus 6.500 autorxs constató que las mujeres representan solo el 34% de la autoría. El porcentaje baja al 29% para primerxs autorxs, que suelen ser investigadorxs jóvenes, y al 26% para últimxs, posición habitual de lxs investigadorxs principales (IP) que dirigen el trabajo.

    “Las mujeres están infrarrepresentadas y lo han estado durante mucho tiempo, por no decir desde el inicio de la ciencia, a pesar de los esfuerzos por generar conciencia sobre la importancia de alcanzar la igualdad de género”, declaró a SINC Ana-Catarina Pinho-Gomes, lideresa de este trabajo publicado en la revista BMJ Global Health. “Debido al confinamiento y a la situación impuesta por la pandemia, las mujeres están haciendo menos investigación en todos los ámbitos”, señala, y especifica que en África es donde esa representación de las mujeres era más baja (estando en Oceanía la más elevada).

    En otro artículo publicado en la revista eLife, un equipo internacional de investigadorxs lideradxs por la Universidad de Michigan (EEUU) revisó 1.893 estudios sobre covid publicados entre enero y junio de 2020 y compararon los resultados con los 85.373 estudios publicados en las mismas revistas durante 2019, observando que el porcentaje de primeras autoras había disminuido un 14%. La diferencia más grande fue en marzo y abril, cuando el porcentaje de primeras autoras fue un 23% inferior al del mismo periodo en 2019.

    Las razones que explican esta infrarrepresentación femenina en la investigación pueden ser variadas, apunta Pinho-Gomes, aunque la mayoría de las expertas consultadas por SINC para su artículo señalan que el motivo principal es haber tenido que compaginar durante el confinamiento su investigación con los cuidados de menores o de otras personas dependientes, roles asumidos predominantemente por mujeres.

    Y es que no es un tópico. Un informe del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) recoge que el tiempo que las mujeres dedicamos a actividades domésticas y cuidados triplica el dedicado por los hombres, y el confinamiento no ha hecho más que aumentar esa diferencia. El Instituto Europeo de Igualdad de Género señala que, antes de la pandemia, las mujeres de la Unión Europea pasábamos de media 13 horas por semana más que los hombres dedicándonos al cuidado no remunerado.

    Y aunque los académicos también tienen hijxs y se encargan de ellxs, una encuesta internacional realizada entre autores y autoras de artículos científicos demostraba que las académicas tienden a ocuparse más tiempo, incluso si las tareas en la pareja están divididas. Es más, entre los científicos, la probabilidad de que sus parejas se dediquen a cuidar a los menores es cuatro veces mayor que entre las científicas.

    En este sentido, un estudio preliminar sobre la comunidad universitaria impulsado desde la Unidad de Investigación de Economía Feminista del Departamento de Economía Aplicada de la Universitat de València y liderado por Isabel Pla Julián constata que, aunque hombres y mujeres de la comunidad se han visto afectadxs por la crisis y han aumentado su dedicación a tareas del hogar, son las mujeres —alumnxs, profesorado y personal administrativo— las que se han encargado mayormente de esas tareas y del cuidado de personas dependientes.

    Pero, según Pinho-Gomes, no es el único motivo. “Puede ser que se haya negado el acceso a la investigación a las mujeres debido a su alto impacto, y a que se considere propia de lxs que están en posiciones de liderazgo, que suelen ser hombres. También puede que los artículos científicos de covid liderados por mujeres estén afectados por sesgos en el proceso de revisión, a lo que se suma que una gran cantidad de las primeras publicaciones que se hicieron de covid eran encargos" que, en general, es más probable que caigan en hombres.

     SARS-CoV-2, coronavirus causante de la enfermedad infecciosa COVID-19

    Que las mujeres estén haciendo menos investigación relacionada con la covid tiene múltiples implicaciones, para el propio avance de la ciencia y, en particular, del conocimiento sobre el coronavirus, pues la enfermedad afecta de forma distinta a hombres y mujeres, tanto en sus efectos físicos como sociales. “Necesitamos datos disgregados por sexo y género si queremos tener una imagen completa de las dimensiones clínicas y epidemiológicas de la covid”, señala Pinho-Gomes.

    En este sentido, la investigación de Cassidy Sugimoto, profesora de informática de la Universidad Indiana Bloomington (EEUU), demostró que las metodologías de estudio y las conclusiones de un trabajo científico dependen en buena medida de lxs autorxs. Esta investigadora analizó 11,5 millones de estudios médicos publicados entre 1980 y 2016 y halló que la presencia y la cantidad de mujeres que participan en un artículo influía en la probabilidad de que se examinara el sexo como variable en el análisis. “Cuando los equipos son diversos, llegan a soluciones mucho más sostenibles, a una mejor comprensión de los problemas, aportan ideas más creativas, mayor conocimiento, respuestas más éticas y efectivas. Incorporar a la mujer lleva a una mejor salud global”, defiende Roopa Dhatt, al frente de la iniciativa Women in Global Health.

    Además, que las mujeres estén infrarrepresentadas implica que sus voces no se están oyendo en respuesta a la pandemia. En un artículo publicado en The Higher Times Education, 35 mujeres científicas de Norteamérica y Europa expresaban su rabia y frustración al considerar que estaban perdiendo terreno en un momento clave. “Tememos que el progreso que ha costado tanto ganar por parte de las mujeres en ciencia será un daño colateral de esta crisis”, afirman. “No incluir la voz de la mujer en la discusión pública de la pandemia de la covid es una distorsión de la realidad, que perpetua la invisibilidad de la mujer en la ciencia y las posiciones de liderazgo, socavando nuestra capacidad para ser tomadas como expertas y para proporcionar modelos a mujeres más jóvenes. Además, impacta en nuestras carreras”, denuncian.

    Nanda Rea, astrofísica del CSIC en el Instituto de Ciencias del espacio (IEEC-CSIC) comentó a SINC cómo en una teleconferencia durante el confinamiento en que se debían tomar decisiones sobre una de las misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA), una científica holandesa tuvo que abandonar la sesión a medias porque su hijo pequeño lloraba sin cesar. “Todo lo que ella tenía que decir en esa reunión no se oyó, nadie pensó en cambiar la reunión para otro momento en que ella también pudiera. Y que no se la oyera tiene repercusiones porque es la investigadora principal de uno de los instrumentos principales de la misión”, explica Rea, que añade que “todas las colegas que conozco con hijxs han pasado por situaciones similares”.

    Dheepa Rajan, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), denunció en un estudio reciente que las mujeres son una minoría en los comités de respuesta a la pandemia. De hecho, el mismo comité de emergencias de la OMS tiene solo un 20% de representación femenina. Y esto es, al menos, paradójico, pues según datos de Women in Global Health, el 70% de la fuerza laboral sanitaria en todo el planeta corresponde a mujeres, cifra que asciende al 90% si se considera quién está en primera línea en la emergencia covid. Así, el conocimiento y la experiencia de esas profesionales se está perdiendo.

    Aún más evidente es la invisibilidad de las mujeres en los medios. “Esta pandemia tenía que ser la oportunidad para visibilizar a las científicas, pero ha pasado lo que ya pasaba”, razona Zulema Altamirano, directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación, y menciona que "un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos I de 2018 sobre expertxs en los medios cuantificaba que, por cada mujer experta, hay tres hombres expertos en medios. Y esto es lo que ha pasado durante la pandemia, que las mujeres no salen”.

    Elena Marbán, investigadora y coautora del informe sobre impacto de la covid y género de ISGlobal, añade: “Es necesario que incorporemos la mirada feminista para abordar las repercusiones de la pandemia de forma trasversal y transdisciplinar para alcanzar no solo equidad de género, sino también justicia social, en consonancia con el número 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Solo así saldremos de esta con un mundo mejor, fortalecido, en que todo el mundo se sienta incluido”.

    En realidad, la covid-19 solo ha puesto de manifiesto algo que lleva décadas asentado en nuestra sociedad.

(Más en El impacto del confinamiento en las investigadoras II)

Imagen de cabecera: de El Ágora Diario.

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